EN EL SÉPTIMO DÍA

Así como dice Cerati en la canción En el séptimo día "Odio este domingo híbrido de siempre, me da igual, me da igual". Los domingos siempre me han dado igual. Creo fielmente que los domingos son para descansar, echado en casa vistiendo ese sucio mono de educación física que conservas desde el segundo año de bachillerato, mientras ves alguna película repetida en cine millonario y los masoquistas arqueamos el almuerzo viendo Aló Presidente.
Para otros el domingo es un día para hacer deporte, para comer en familia, para ir al cine con la novi@ y gracias a este último plan... para algunos es el día internacional del despecho. Afortunadamente no tengo ese problema y precisamente siguiendo una buena recomendación, durante mis recientes vacaciones tomé una cámara prestada y me fui hasta Coney Island para tomar algunas fotos.



Coney es un lugar increíble, estar allí es como regresar a 1940. Las edificaciones conservan su arquitectura y pareciera que ese rincón de NYC fue olvidado o se lo asignaron al Ministerio de Obras Públicas de Venezuela porque desde hace años que no le hacen mantenimiento. Sin embargo, creo que allí está el encanto de este viejo y moribundo parque de atracciones repleto de fotógrafos, turistas, pero sobretodo de freaks.
Aunque no soy fotógrafo y por los momentos -lamentablemente- no tengo el tiempo para dedicarme a este oficio como un pasatiempo, siempre me he sentido atraído por las imágenes y sin duda salir a disfrutar de un domingo bajo el sol y cámara en mano hizo que el séptimo día no me diera tan igual.