lunes, 30 de junio de 2008

PRONTO!

La verdad nunca confié mucho en Daniel Craig. Siempre pensé que estaba muy lejos de igualar la mítica interpretación de Sean Connery como el agente 007, pensé que no tenía el porte y la actitud de Pierce Brosman, pero después de ver Casino Royale puedo decir que es el Bond con más sangre fría que ha existido, Craig no come cuento al momento de rodar las escenas de acción y el 07 de Noviembre se estrena "Quantum Of Solace", película número 22 de la saga.

viernes, 27 de junio de 2008

NEW GUY RITCHIE

jueves, 26 de junio de 2008

CONTRA EL METROSEXUAL Si fuéramos los encargados de menstruar y parir, ya se habría acabado la especie humana.

Excelente artículo publicado por la revista colombiana SoHo y escrito por Antonio García Ángel

En la lotería evolutiva, los hombres la sacamos muy fácil. "Vamos en coche", como dicen, pues podemos mear de pie sin chorrearnos, no menstruamos y por tanto no tenemos cólicos ni debemos usar toallas higiénicas o tampones, y el 99,9% de las veces que tiramos nos venimos. Además no quedamos embarazados, lo cual nos exime de vomitar los primeros meses, tener dolores de todo tipo, cambios de ánimo, retención de líquidos y, lo más bravo de todo, parir (de ñapa, y para completar, también nos salvamos de la depresión posparto). La naturaleza, que es sabia, les puso tanto inconveniente a las mujeres, ellas son más fuertes, más valientes y más resistentes que nosotros. Si fuéramos los encargados de menstruar y parir, ya se habría acabado la especie humana. Al que pida más que le piquen caña. Pero, sí señores, hay más, pues no hemos hablado del factor cultural y estético: mientras para ellas sin tetas no hay paraíso, a nosotros las normas de seducción nos han tocado muy blanditas. Ha sido suficiente con bañarnos, lavarnos los dientes, echarnos talco en las patas y desodorante en las axilas, y si acaso alguna colonia. Punto. La afeitada diaria ya es suficiente camello, pero aún es posible dejarse la barba.

Claro que, como dijo sabiamente Hobbes, el hombre es un lobo para el hombre. No faltaba un grupito de traidores dispuestos a cagárselo todo: los metrosexuales. Es una tendencia bastante peligrosa, pues si se generaliza puede dar al traste con diez mil años de evolución cultural que nos han permitido sentarnos a beber cerveza y ver televisión con la mano en las güevas mientras dejamos al aire nuestro prominente abdomen de mamíferos sedentarios, eructamos, nos tiramos pedos y nos limitamos a oprimir el control remoto. En medio de tanto descuido, tanto desgarbo, teníamos que compensar siendo cariñosos, acompañándolas a ir de compras y estando siempre dispuestos a la jeroglífica labor de comprenderlas, cosa casi imposible porque sus cerebros evolucionaron más que los nuestros. Mientras ellas ya tienen el sexto sentido femenino, a nosotros nos basta ver un buen culo y un par de tetas, un partido de fútbol o una película de karate, rubias y bala para regresar al Pleistoceno.

Pero todos estos siglos de confort están a punto de irse al traste. La verídica tonada que dice "yo soy como el oso, feo pero sabroso", ya es una antigualla del paraíso perdido. El metrosexual se ha venido masificando y ahora nos exigen más de la cuenta: que mira esa panza, que mira esos bíceps nulos o esas piernas blancuzcas, que te falta tonificar, que no tienes nada de pompis, que tienes unos pelos inmundos en las orejas… ¡Maldito Beckham!, ¡Púdrete, Brad Pitt! ¡Que viva Woody Allen! ¡Arriba Danny de Vito!

Si siguen haciendo esta campaña dañina, para conseguir hembritas va a tocar echarse crema antiarrugas diaria y nocturna (para el cutis, porque a ese paso ya no vamos a tener cara), crema para el contorno de ojos (para la pata de gallina que antes les valía huevo), humectantes, protector solar, jabón de avena, tónico astringente, crema de manos, crema para el cuerpo (con aloe vera o camomila), crema adelgazante (de algas o con yodo), mascarillas, masajes capilares…, además tendremos que hacernos manicures, pedicures, sesiones de bronceo, mesoterapia, limpiezas faciales y, horror de horrores: depilación con cera, ¡con lo que debe de doler! El tipo que se hace la cera en el pecho, o el bikini (bolas y orto), y vende la idea de que se ve bonito porque es lampiño como una rana platanera, debería ser quemado en la hoguera junto con todos sus cosméticos.

viernes, 20 de junio de 2008

QUÉ BUEN COMERCIAL!

sábado, 14 de junio de 2008

QUÉ BUENA HISTORIA

Hace unos días estuve en el celebrity sessios en el que Ivan Loscher y Eli Bravo compartían la consola para poner lo más excelso de su colección musical. Allí me conseguí con un gran pana (Cotur), quien me dijo que me leyera una crónica de Jaime Bayly ya que a mí me gustaba escribir en mi blog. Llegué a casa lo googlié y helo aquí

Eran los primeros días del 2002, invierno en Key
Biscayne, si podemos llamar invierno a unos días espléndidos, a pleno sol.

Yo vivía en una casa en la calle Caribbean, una casa amarilla, de un piso, una de las más antiguas de la isla. Estaba obsesionado con escribir una novela que titulé El huracán lleva tu nombre. Me pasaba la noche escribiendo, escuchando los maullidos de los gatos y los chispazos de las regaderas que se encendían automáticamente. Cuando me daba hambre, subía a la bicicleta y pedaleaba hasta el Seven Eleven.

Una noche, bajando de la bicicleta en el Seven Eleven, un hombre alto y obeso me dijo:

-¿Qué ha sido de tu vida, que ya no te veo en televisión?

Le conté que me había retirado de la televisión de Miami, dado que mi último programa había sido cancelado, los ejecutivos de esa cadena acusándome de ser “demasiado intelectual y marica para los mexicanos de California”.

El hombre apretó un botón que desactivó la alarma de su Mercedes del año, deportivo, color gris. Sentí que, al apretar ese botón, había experimentado una alegría rotunda, definitiva, una forma de alegría que siempre me sería esquiva.

Para mi sorpresa, me preguntó dónde vivía.

-En Caribbean road, cerca del Sonesta -le dije.

-Yo tengo un hotel al lado del Sonesta -me dijo.

-¿El Silver Sands? -pregunté.

-Es mío -dijo.

-Hombre, te felicito -dije.

-Te invito mañana para que veas unas cabañas frente al mar que te pueden interesar -me dijo.

Sacó su billetera y me dio su tarjeta.

-Llámame -me dijo-. Tienes que ver las cabañas frente al mar. Son del carajo. Enrique Iglesias viene de vez en cuando con sus amigas.

Luego subió a su auto. Miré la tarjeta. Decía: Guido Antonini Wilson.

Al día siguiente, lo llamé. No tenía ganas de verlo, pero me intrigaba conocer las cabañas en las que Enrique Iglesias hacía travesuras. Lo traté de Guido, un nombre extraño en cualquier caso. Me dijo que pasaría a buscarme al final de la tarde.

El señor Antonini vino a buscarme en un auto distinto del que había usado la noche anterior. Era un Mercedes grande, cuatro puertas, azul oscuro. Al subir, sentí ese olor a nuevo que conservan los autos recién salidos del concesionario.

Llegando al hotel, me condujo a su oficina. Se sentó en un escritorio y me dijo que ese hotel era de su mujer, de la familia de su mujer, pero que él lo administraba como si fuera suyo y yo era bienvenido cuando quisiera. No me quedó claro (esas cosas nunca quedan claras) si me estaba diciendo que no me cobraría en caso de que me quedase en su hotel.

Poco después caminamos hasta las cabañas con vista al mar. Quedé horrorizado con la decoración.

-Son perfectas para escribir -mentí.

Antes de irnos, le pregunté cuál era la cabaña en la que Enrique se escondía con sus amigas. Me llevó a la cabaña africana, atigrada, con pieles de animales y colmillos de elefantes, y dijo, señalando la cama:
-Aquí ha culeado Enrique Iglesias.

Luego añadió:

-Cuando quieras, puedes venir.

-Muchas gracias -dije.

-Para mí será un honor recibirte -dijo.

No quedó claro si el honor al que aludía me exoneraba de pagar por la cabaña.

Al subir a su auto, pensé que me llevaría a casa. Me equivoqué. Guido me dijo que su mujer estaba ansiosa por conocerme. No me preguntó si yo sentía ansias recíprocas.

Vivía en un departamento del Grand Bay, con todos los lujos previsibles. Recorrimos medio departamento sin que su mujer diese señales de vida. Al pasar por la cocina, una empleada dijo que la señora estaba en la lavandería. En efecto, allí mismo estaba. La señora Jacqueline era agradable y distinguida, aunque no necesariamente guapa. Me saludó con afecto distante, como quien saluda a alguien que inspira, a la vez, curiosidad y temor.

-No me pierdo tus programas -me dijo.

No sentí que estuviera ansiosa por conocerme. Sentí que estaba ansiosa por seguir ordenando la ropa con la maniática minuciosidad de una millonaria aburrida.

Guido me llevó a su biblioteca. Digo que era una biblioteca porque así la llamó él, no porque hubiese libros. Se sentó en su escritorio, me ofreció un trago, le dije que no bebía alcohol, puso cara de espanto, me invitó agua mineral y se sirvió un whisky.

Por fin hablamos de política.

Me dijo que Chávez era una desgracia, que había instaurado un régimen autoritario y corrupto, que los amigotes de Chávez estaban haciéndose muy ricos, que no se podía hacer dinero a no ser que fueras socio del régimen. Me contó que era amigo de Carlos Andrés Pérez, que hablaban a menudo, que Carlos Andrés estaba en Santo Domingo, pero venía con frecuencia a Miami. Le dije que conocía a Carlos Andrés, que lo había entrevistado el año 97 o 98. Cogió el teléfono, llamó a Carlos Andrés y le dijo que estaba conmigo. Me dio sus saludos. Le dijo que cuando viniera a Miami, teníamos que juntarnos los tres “para hablar de política”. Hablaron de cosas que no entendí y cortó.

Mi amigo Guido se sirvió otro trago y me dijo:

-Chávez no va a durar. Va a caer pronto. Lo vamos a tumbar.

Le dije que eso sería difícil, dado que los militares lo apoyaban y muchos de sus compañeros de promoción ocupaban puestos claves.

-Acuérdate de mí -insistió-. A Chávez lo tumbamos. Va a terminar en la cárcel.

Pensé que estaba fanfarroneando, que quería hacer alarde de su poder y sus conexiones.

Poco después me llevó a la cochera del edificio y me mostró su colección de autos de lujo: Hummers, Ferraris, Lamborghinis, Mercedes.

-Cuando quieras, te presto uno de estos para que lleves a tus hijas a Orlando -me sorprendió.

Yo le había contado que en pocos días llegarían mis hijas y nos iríamos a Disney.

-Muchas gracias, pero no me animo -le dije.

-Anda en la Hummer -insistió.

-¿Y si choco? -le dije.

-No pasa nada -dijo-. Todos están asegurados.

-Pero el seguro no te cubre si yo manejo -dije.

-No vas a chocar -dijo-. Y si chocas, decimos que yo estaba manejando.

Tras esa exhibición de su riqueza, el señor Antonini me llevó a mi vieja casa amarilla, construida en 1953.

-Llámame cuando lleguen tus hijas -me dijo.

Una semana después, mis hijas llegaron y les conté que había conocido a un extraño magnate venezolano que me había enseñado su colección de autos de lujo y me había ofrecido uno de ellos para irnos a Disney.
-No voy a llamarlo -dije.

-¡Estás loco! -me dijeron-. ¡Llámalo!

-¿Y si es un millonario tramposo perseguido por la justicia?

-¡No importa! ¡Llámalo!

A pesar de mis temores, lo llamé. No contestó. Dejé un mensaje. No llamó de vuelta. Llamé dos o tres veces más. Dejé mensajes. No llamó.

Unos meses después, en abril, leí que le habían dado un golpe a Chávez.

Me acordé de mi amigo Guido, de sus enfáticas palabras:

-Chávez no va a durar. Lo vamos a tumbar.

Lo llamé para preguntarle qué estaba pasando en Caracas. No contestó.
No volví a verlo más, hasta una mañana, cinco años después, en que abrí un periódico en Buenos Aires y vi la foto de ese raro gordo bonachón, acusado de ser “el hombre de la valija”, el misterioso pasajero que llegó en un vuelo privado desde Caracas y quiso introducir ilegalmente un maletín con ochocientos mil dólares en efectivo.

Lo primero que pensé fue: Suerte que no me prestó su Hummer para ir a Disney.

Lo siguiente que me dije fue: ¿Pero este gordo no estaba conspirando contra Chávez?

Luego me imaginé a su esposa ordenando la ropa minuciosamente en la lavandería del apartamento de lujo, odiándolo en silencio.

martes, 10 de junio de 2008

ESTO NO LO HABÍA VISTO...

Primero fue SNL, ahora Los Simpsons ¿Cuál será el próximo show?

URBE BIKINI !EDICIÓN DE DEPORTES EXTREMOS!

Hey ya la nueva urbe bikini está en la calle...Sí la compran díganme qué tal. Siempre estoy abierto a recibir críticas, ya sean negativas o positivas. Peace Out!

martes, 3 de junio de 2008

Mr. A-Z

Este es el nuevo video del sencillo "I'm Yours" de Jason Mraz.

VIVA iTUNES Y COLDPLAY